¿Sabes por qué ese competidor, al que no soportas, gana bastante más que tú?

 

Ni lo sé ni me importa, lo que quiero es suscribirme

 

La respuesta es sencilla, aunque igual te escuece.

Algunos emprendedores eligen creer que, para ganar pasta, basta con ser buenos profesionales. Ya sabes: “Si hago bien mi trabajo solo es cuestión de tiempo hasta que el boca a boca haga el suyo”.

¿Qué quieres que te diga…?

Pensar así es como creer que para ligar solo tienes que ser buena gente y que, antes o después, todas las mujeres que tienes cerca verán el partidazo que eres y se darán de tortas en el barro para estar contigo.

Verás.

La realidad -la simple y cruda realidad- es que solo hay dos tipos de personas en el mundo, las que saben vender y las que no.

Lobos y corderos.

Líderes y seguidores.

Vendedores y compradores.

Porque, cuando sabes vender, eres capaz de vender lo que sea, productos, servicios, ideas, etc.

Y al contrario, mientras no sepas vender, olvídate de tener un negocio rentable.

Por cierto...

 

¿Te has parado a pensar lo ridículo que es tener un negocio y no saber vender?

 

Es como intentar arreglar el mando de la tele a golpes, como levantar la mano para que pare el metro, o como hacer una barbacoa sin carne. Así de ridículo.

El problema es que nadie nos ha enseñado a vender.

Nos enseñaron las propiedades organolépticas de los minerales, que el carbono tiene valencia 2 ó 4 y a trabajar con logaritmos neperianos, pero ¿De cómo ganar dinero? ni una palabra.

Nada sobre persuasión.

Nada sobre negociación.

Nada sobre cómo venderte.

Nada.

Y claro, intentar ganar pasta sin saber vender es como hacer balconing sin piscina. Pero, aunque sea un sinsentido, lo cierto es que a casi nadie le gusta vender. 

Así es la vida.

 

A mí tampoco me gustaba vender ¿Por qué? Porque no sabía, obvio. Piénsalo, vender es de puta madre, lo que no te gusta es no vender

 

Te cuento.

En 2021 dupliqué la facturación de 2020, en 2022 dupliqué la de 2021 y lo mismo he conseguido en 2023.

¿Cómo lo he hecho? Básicamente aprendiendo a vender.

Más concretamente mejorando mis habilidades en estrategia y copywriting, lo que inevitablemente se traduce en más ventas. 

En mi caso... el doble de ventas, para ser exactos.

Esto que te acabo de decir te lo puedes creer o no. Los que saben si esto es verdad son los suscriptores de mi lista, más que nada porque ahí voy contando mis experimentos, mis avances, mis gatillazos y mis pajas mentales.

Ahora bien, si estás pensando en apuntarte a mi newsletter te aviso (por si acabas de aterrizar en este manicomio llamado Marketing Digital) que no escribo por amor al arte, para que mis suscriptores me digan lo guapo que soy, ni para cambiar millones de vidas.

Escribo emails para cambiar la mía. 

Te propongo un trato.

Tú te apuntas a mi lista y yo me comprometo a tres cosas:

  • A tratar de entretenerte.
  • A intentar venderte algo.
  • A enseñarte a hacer una cosa muy sencilla, que no fácil...

Una cosa.

Sólo una: cómo mover dinero del punto A al punto B.

  • Punto A: la cuenta bancaria de tu cliente.
  • Punto B: la tuya.

Suscribirse es fácil, darse de baja también.

Te veo dentro, o no. Lo que te pida el cuerpo.

 

Venga va, me suscribo